
Toda la obra goza de una belleza inefable, pero cabe destacar la fuerza expresiva del "Dies Irae" que pone el vello de punta a quien lo escucha viviendo la letra y el momento evocado.
Mozart, obsesionado con la idea de la muerte, desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería, terminó por creer que el Réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.
Está basada en los textos latinos para el acto litúrgico católico ofrecido en las defunciones. Mozart murió antes de acabarlo.

02. Requiem, KV 626 In D Minor: II. Kyrie
03. Requiem, KV 626 In D Minor: III. Sequentia: Dies Irae
04. Requiem, KV 626 In D Minor: III. Sequentia: Tuba Mirum
05. Requiem, KV 626 In D Minor: III. Sequentia: Rex Tremendae
06. Requiem, KV 626 In D Minor: III. Sequentia: Recordare, Jesu pie
07. Requiem, KV 626 In D Minor: III. Sequentia: Confutatis Maledictis
08. Requiem, KV 626 In D Minor: III. Sequentia: Lacrimosa
09. Requiem, KV 626 In D Minor: IV. Offertorium: Domine Jesu
10. Requiem, KV 626 In D Minor: IV. Offertorium: Domine Hostias
11. Requiem, KV 626 In D Minor: V. Sanctus
12. Requiem, KV 626 In D Minor: VI. Benedictus
13. Requiem, KV 626 In D Minor: VII. Agnus Dei
14. Requiem, KV 626 In D Minor: VIII. Communio : Lux Aeterna
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